Los riesgos de comer siempre lo mismo: qué es la malnutrición oculta, por qué preocupa a los pediatras y el recurso de los alimentos ancla
Es sabido que un peso adecuado -o incluso sobrepeso-, no implica necesariamente una correcta nutrición.

Precisamente sobre las problemáticas que rodean el concepto de "desnutrición oculta" advirtieron al menos dos de los Profesionales Expertos en Nutrición Infantil (PROFENI) que participaron del simposio "Mitos y verdades en la nutrición infantil, ¿cómo abordarlos en la consulta?", en el marco del 42° Congreso Argentino de Pediatría (CONARPE), realizado en Mar del Plata.
Allí expusieron sobre las dificultades que enfrentan las familias a la hora de brindar una alimentación variada, como la capacidad de los pediatras de reconocer que, detrás de un peso normal o de sobrepeso, puede esconderse un riesgo con consecuencias en el largo plazo y que en definitiva, advierten, puede ser tan nocivo como la obesidad: la falta de nutrientes clave.
Más allá de la clase social
Sergio Britos, nutricionista director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA), subrayó que la falta de diversidad afecta a chicos de diferentes clases sociales.
"Cuando uno mira las encuestas, existe una transversalidad en los patrones alimentarios muy fuerte. Con diferencias más o menos pequeñas, la mayoría de los chicos comen muy pocas verduras, pocas frutas, casi nada de legumbres y de cereales integrales, tienen déficit de lácteos y excesos en panificados y ultraprocesados", se explayó.
Además, Britos advirtió a los profesionales que llenaron el auditorio, sobre los peligros de dar por sentado que un chico "come bien" solo porque no tiene bajo peso: "Un niño puede tener normopeso e incluso sobrepeso y estar malnutrido, porque lo que le falta no es cantidad, sino calidad nutricional en su dieta".
Densidad de nutrientes
Para contrarrestar esta tendencia, recomienda en primer lugar brindar una dieta que combine alimentos de los distintos grupos, "particularmente aquellos que nuestras guías llaman alimentos protectores: verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, carnes, huevos y aceites".
También sugiere prestar atención a la proporcionalidad con la que esos grupos alimentarios se integran a la dieta.
"En niños pequeños, por ejemplo, no deberían representar menos del 75% de la energía diaria, mientras que los alimentos de una calidad media debería representar un 10 o un 15% y la menor proporción de la dieta para los alimentos de consumo ocasional", precisó.
Por último se refirió al índice denominado "densidad de nutrientes", que alude a la relación entre las calorías que integran la dieta diaria, la cantidad de nutrientes esenciales y la cantidad de nutrientes críticos (que debería ser mínima).
"Hoy día, hay diferentes formas de malnutrición en nuestra población infantil, claramente el exceso de peso es la más prevalente, en niños pequeños menores de 5 años 14% de los chicos tienen sobrepeso y obesidad, y en edad escolar 41%", refirió en diálogo con este diario.
La desnutrición oculta y las brechas alimentarias
Britos añadió que uno de los problemas que han permanecido 'ocultos', paradójicamente, es la desnutrición oculta.
Este término alude a que las deficiencias de nutrientes no necesariamente se visualizan hasta que no llegan a tener rasgos clínicos y medibles.
Y añade: "Seguimos estudiando los resultados de la última Encuesta Nacional de Nutrición que se hizo en Argentina en 2018, y acabamos de terminar otro estudio sobre calidad de la dieta en niños de 4 a 9 años y en mujeres adultas, para determinar la frecuencia con la que comen distintos tipos de alimentos e índices de calidad de dieta; y una de las cuestiones que más nos preocupan son las brechas alimentarias: la diferencia que hay entre los consumos reales y los recomendados".
Qué nutrientes escasean
"Una dieta que es pobre en determinados nutrientes es el primer signo de alerta de un proceso de desnutrición: si me falta hierro y me sigue faltando hierro probablemente termine anémico, si me falta vitamina D, el estado inmunológico va a ser débil, si tengo un déficit de calcio esto se va a traducir en un crecimiento y densidad ósea alterado", enumera.
"Siempre con datos de la Encuesta de Nutrición, hallamos que el déficit de hierro en chicos de entre 6 y 12 meses, casi alcanza el 70%. El déficit de ácidos grasos esenciales Omega 3 que tienen un rol importante en el desarrollo cerebral, supera el 80% . El zinc, otro nutriente comprometido con el sistema inmunitario y con el crecimiento, estaba en una prevalencia aproximada del 23%, aunque es difícil hacer un promedio porque cada nutriente tiene su particularidad", especifica.
¿Qué pasa al cumplir un año? Al bajar el requerimiento de, por ejemplo, el hierro, las dietas terminan siendo suficientes y por lo tanto la prevalencia baja, "y aparece más notoriamente déficit de calcio, de vitamina D, de vitamina A, como nutrientes más deficitarios en chicos mayores de un año y escolares", enumera.
Riesgo nutricional: cómo detectarlo
Por su parte, Mabel Carosella, médica pediatra integrante de PROFENI, hizo hincapié en la importancia de que los pediatras sepan detectar el riesgo nutricional en el consultorio. "Nos cuesta mucho", admite, antes de definirlo como un desafío. "Somos los primeros en entrar en contacto con un niño que puede estar en riesgo".
Y explicó los caminos para llegar a advertir este escenario en el consultorio: "El examen físico sigue siendo clave, es decir, chequear cómo está la masa muscular, la grasa corporal, la curva de crecimiento a lo largo del tiempo, ya que no alcanza con mirar el peso en un momento puntual".
A su vez, explicó que desde los 5 años se recomienda hacer un screening de laboratorio, según las nuevas guías de la Academia Americana y Europea de Pediatría. Pero advirtió que los déficits nutricionales muchas veces se detectan antes por observación clínica y por el interrogatorio sobre la diversidad alimentaria.
"El 50% de los pacientes que vienen al consultorio están malnutridos", advirtió antes de añadir que "muchos en los inicios tienen laboratorios normales".
"Si un chico no come frutas y verduras, si come siempre lo mismo -fideos, carne, arroz-, probablemente tenga malnutrición oculta, aunque sus análisis salgan normales", alertó Carosella. Y si bien la presencia de los micronutrientes es más importante hasta los 2 años, luego de esa edad puede sospecharse que esto sucede ante cansancio falta de energía o de concentración.
"Hoy sabemos que el déficit de micronutrientes puede ser tan grave como la obesidad", insistió.
¿Cómo valoramos la diversidad en la consulta? Una forma sencilla es ir por grupos, ver si hay exclusiones de algunos, instó a los pediatras que escuchaban atentamente.
Estrategias
También se detalló que la familia juega un rol fundamental: "El 90% de lo que hay que manejar en cuanto a las comidas ocurre en casa. Respetar las cuatro comidas, dar el ejemplo, no forzar, ofrecer variedad sin presionar. Esa es la base", aconsejó Carosella.
La pediatra insistió, además, en que el seguimiento debe ser personalizado y sostenidoen el tiempo: "Si después de tres meses un chico sigue estancado en su curva de crecimiento, hay que actuar: se suplementa, se ajusta la dieta, se hace un laboratorio más profundo. No se puede esperar indefinidamente".
Respecto al rol de los pediatras, reconoció que la formación en nutrición infantil aún es insuficiente. "En nutrición no hay marketing, muchos pediatras se capacitan por autogestión o a través de fundaciones. Pero hoy se sabe que una buena nutrición en los primeros años tiene un retorno mayor que muchas otras intervenciones en salud", reflexiona.
Por último, cuestionó la desinformación que circula en redes sociales y el rol de algunos influencers, cuyas recomendaciones pueden ser inexactas, confusas, y contradictorias a las médicas.
Como estrategias ante un chico que no quiere comer, propone trabajar tanto en los factores intrínsecos (como si el niño es inquieto, o muy sensible a determinadas texturas o sabores) como en los extrínsecos (la conducta de padre y madre, si fuerzan la ingesta, si tienen o no paciencia).
Para cerrar, sugirió no ofrecer alimentos que hagan picos de glucemia entre comidas, mandar viandas con recipientes divididos con alimentos que puedan agarrarse con la mano, como croquetas. Aumentar el aporte energético en cada bocado y usar alimentos ancla (por ejemplo, si le gustan los fideos, servirlos con verduras).